Tú y yo tenemos un contrato no verbal, apenas susurrado. Me alimentaré de ti, beberé de tu boca, me nutriré con tu mente y me forjaré bajo tus manos. Por otro lado, tú serás mi dueño a ratos, recibirás mi obediencia cuando te plazca mis risas y respuestas ácidas cuando desees, mi compañía y afecto cuando el mundo se te torne imposible.

Será perfectamente imperfecto. Como tenernos y jamás poseernos. Anhelarnos e idolatrarnos siendo conscientes a la par de que no somos más que dos mortales con ansias de libertad compartida. No sumiremos esta intimidad mágica en la mediocridad otorgándole etiquetas, muros, frenos ni cuerdas. Seremos el uno del otro y de nosotros mismos sin planear futuros acartonados ni finales felices de cuento.

Que deseo vivir a través de ti sin más, por un día, dos meses o años, dependiendo sólo esto de lo que nuestro apetito por el otro nos ordene. No son necesarias promesas ni declaraciones salidas de una película que atentaría contra la salud de nuestra glucosa. Nos bastan nuestras ganas y el saber que nada es para siempre para así hacer eternos algunos instantes, sin miedo al mañana.

- Psique y otros vicios.