Sentado bajo la higuera, el duende de la siesta,
soñaba incansablemente
con alcanzar la luna.
No conocia la noche, sólo la había percibido...apenas.
El calor del estío se impregnaba, mágicamente en su verdor.
Siendo niño me he sentido duende
y siendo duende pensaba como un niño.
Siendo niño me he sentido duende
y siendo duende pensaba como un niño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario